Aprender

El corazón es la sede de la interioridad y donde suceden los pasos de la lectio, donde actúa el poder del Espíritu de Jesús. La parábola del sembrador (Mc 4,1-20) enseña a ver que las palabras de una lectura son como la semilla y el corazón como los diferentes tipos de tierra. Para que la semilla de frutos de vida nueva y conversión a las buenas obras, tiene que calarSeguir leyendo

Si la Palabra de Dios que leemos es la semilla, ser testigo del Evangelio es vivir dando fruto. La lectura del Evangelio, en clave de lectio divina, no pretende que sepas los textos de memoria, sino que tu forma de vida vaya proclamando que Jesús está vivo. Ser testigo del Evangelio es vivir dando fe de la Buena Noticia de Jesús y contagiar, con obras y palabras, que es verdadSeguir leyendo

En el día a día de la lectio van pasando muchas cosas que no se esperan, y que no vienen en los libros que enseñan este camino de oración. Es verdad que la lectura orante y creyente de la Palabra de Dios es sorprendente. Dos por dos no son cuatro. La lectio no sucede como un soliloquio. No es hablar a solas con uno mismo de las cosas de cadaSeguir leyendo

Todos los que, fascinados por la Palabra de Dios, entran en la escuela de esta Palabra y perseveran en ella, realizan el famoso tema de Orígenes, desarrollado por san Bernardo y otros autores espirituales: «concebir la Palabra en el corazón». Dice Orígenes: «No podrías ofrecer a Dios algo de tu mente o de tu palabra si primero no concibes en tu corazón lo que fue escrito». ¿Qué quiere decir conSeguir leyendo

Es un libro que nos puede resultar muy extraño. La “apocalíptica” es una corriente literaria y de pensamiento que utiliza imágenes y claves de tipo cósmico y humano para expresar la certeza de la intervención de Dios al final de los tiempos. Para ello se reexiona sobre la historia pasada y presente y se proyectan hacia el futuro, en forma de símbolos o imágenes más o menos crípticas, las conclusionesSeguir leyendo

Los cuatro Evangelios (Mateo, Macos, Lucas y Juan) son obras de tipo especial, de origen típica y exclusivamente cristiano. No se los puede considerar biografías de Jesús, ya lo dijimos, ni composiciones rigurosamente históricas. Su objetivo fundamental es dar testimonio de la Buena Noticia de Jesús, es decir, de la intervención decisiva de Dios, en y por Jesucristo, en favor nuestro. Por ello se centran en la gura y enSeguir leyendo

Exceptuados estos dos (Salmos y Cantar de los Cantares), el resto del grupo de libros “sapienciales” encaja perfectamente en el anaquel de los libros de sabiduría. Puede que nos resulten los más extraños de toda la Biblia. Utilizan como formas literarias el proverbio, más que ninguna otra, y también la exhortación de padre a hijo o de anciano a joven, el discurso, los enigmas, los diálogos, los poemas, los relatosSeguir leyendo

Desde el s. VIII a.C., en pleno período monárquico, oreció en Israel el fenómeno del profetismo. Frente a las instituciones políticas, sociales y religiosas, corrompidas e ineficaces, surgió la voz de los heraldos de Dios que se enfrentaron con ellas, denunuciaros sus lacras y anunciaron su destrucción: los profetas. No eran adivinadores del provenir, pero abrieron perspectivas de un futuro mejor, obra de un Dios cariñoso y justo que seSeguir leyendo

También es complicado el problema de los autores bíblicos. En aquellos tiempos se practicaba con toda normalidad la “pseudonimia”, es decir, un procedimiento que consiste en poner bajo el nombre de un autor ya conocido y consagrado una obra que no le pertenece, para darle más autoridad y prestigio. Es el caso de Isaías (en el libro hay tres “Isaías”, es decir, tres autores distintos), los dos “Zacarías”, es decir,Seguir leyendo

Todas las grandes religiones han tenido y tienen sus libros sagrados. La Biblia es el libro sagrado de los cristianos: creemos, no sabemos, que en ella se contiene la Palabra de Dios. Si nos referimos al Nuevo Testamento, esta afirmación de fe parece razonable: no es más que un reflejo de nuestra fe en Jesucristo, que es la verdadera y denitiva Palabra de Dios. Pero ¿qué decir del Antiguo Testamento?Seguir leyendo