Quiero contar y compartir esta reflexión de una cita que me ha enseñado mucho sobre lo que va haciendo en mi vida la lectio divina: «Habéis sido reengendrados no de semilla corruptible, sino incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece» (1 Pe 1,23).
La palabra “reengendrados” es como el título de la película de mi historia con la lectio. Esto es lo que va ocurriendo día a día en la lectura orante de la vida de Jesús. Cuando miro para detrás, veo cómo van pasando cosas de la Palabra de Dios en mi vida. Por otra parte, esto de “vive y permanece” es muy cierto. Lo que más me atrae de la lectio divina es que convierte las Sagradas Escrituras en una fuente inagotable de sabiduría y presencia de Dios. Cada día es diferente. Cada lectura del mismo texto es diferente. Y cada vez los pasos transcurren de forma diferente. El Espíritu Santo todo lo hace nuevo.
Es verdad que la Palabra vive, permanece y crece, porque con el tiempo se va alcanzando una mayor inteligencia de ella en las sucesivas relecturas, y porque, además, se hacen a la luz de los nuevos acontecimientos que pasan en la vida. El efecto de la Palabra es de largo alcance y de más del día de su lectura. No se reduce sólo al momento de su lectura, sino que después permanece dentro de mi corazón, haciendo su obra, reengendrando, sanando, limpiando… Es como una de esas medicinas que permanece largo tiempo en el organismo produciendo un efecto duradero. Esta cita me ha hecho reconocer muchas vivencias que me van ocurriendo con la Palabra de Dios. Antonio P.